Todo controlado...
La escenografía la tengo más que medida; con la ampliación del año pasado no cabe ni un árbol ni un pozo más.
El vestuario el habitual; túnicas, pelucas y barbas me servirán para los extras. Romanos y aldeanos están preparados siempre. Y los personajes principales esperan ansiosos en sus cajas como todos los años.
Parece que está todo controlado y podré volver a montar el belén con cien clicks en el único rincón libre, una mesa de un metro de largo y la mitad de ancho, todo un logro. Sin embargo tengo la impresión de que algo importante se me olvida.
Entonces miro la esquina del salón donde debería ir el belén y veo que me sonríe mi hijo desde su parque infantil. Nada está controlado, cunde el pánico y un sudor frío recorre mi espalda... No se como ni donde, pero este año vuelvo a montar el belén.
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